miércoles, 26 de noviembre de 2014

Violencia de género. Más allá de la agresión

La violencia de género ha pasado de ser un problema personal, a considerarse como un problema social. 
A pesar de este cambio de paradigma social, se ha de tener claro que la gran lacra de la violencia de género esta presente en todas las clases sociales y diferentes etnias en mayor o menor medida.

Pero la violencia de género no es solo territorio exclusivo de la agresión física y/o verbal.

Podemos considerar como acto de violencia, el hecho de cobrar menos por ser mujer aunque se lleve a cabo el mismo trabajo. Según un estudio realizado por UGT para el año 2014, las mujeres ganan una media de 22.9% menos que los hombres. Una mujer tiene que trabajar 84 días más al año para equiparar su sueldo al de un hombre. (Aunque tanto el hombre como la mujer desempeñen el mismo puesto de trabajo). 

Según datos del Eurostat, la brecha salarial entre hombres y mujeres fue de un 16.2% para el año 2011. Para poder entender estos datos, podemos tomar como referencia los resultados de otro país de características similares a España. Es el caso de Italia, donde la brecha salarial fue de un 5'8% para el mismo año 2011.

A este hecho, se le ha de sumar la concepción tan diferente sobre la "vida familiar" que tenemos hombres y mujeres. Mientras que las mujeres aportan 4 horas y media diarias al cuidado del hogar y la familia, los hombres lo hacen 2 horas menos.

En el caso de las mujeres, existe una dificultad real de conciliar la vida familiar con la laboral. 
Teniendo en cuenta que una jornada laboral completa son 8 horas, tenemos que sumarle las 4 horas y media que consumen en el cuidado familiar, más las 8 horas de descanso y sueño. El total se eleva a 20 horas y media, dejando solo 3 horas y media como único tiempo al día en el que las mujeres pueden dedicarse a si mismas.

No existen, o son muy limitadas las ayudas o apoyo a las madres trabajadoras (escasas guarderías públicas,  servicios en colegios, ayudas económicas, etc...) lo que implica un mayor impedimento al acceso en el mercado laboral.

Por esto, y por una mera practicidad a la hora de conciliar la vida laboral con la familiar, el 97.3% de las personas ocupadas a tiempo parcial, son mujeres que se hacen cargo del cuidado de los hijos menores de 14 años.
Estos datos, vienen acompañados de las cifras de desempleo. El paro afecta más a mujeres que a hombres, especialmente si hablamos de paro de larga duración, aunque también se hace presente en el trabajo temporal y parcial. Actualmente, el balance de las cifras de desempleo entre hombre y mujeres, falla en contra de ellas. En España hay 1.466.200 de mujeres menos con empleo en comparación con la tasa de empleo masculina.

Si aumentamos nuestro espectro de investigación, y pasamos a observar la situación de mujeres que son miembros de familias monomarentales,podemos detectar como el riesgo de exclusión social se exacerba.  

Las familias monoparentales se ven abocadas a un riesgo de exclusión social mucho más elevado que aquellas familias que tienen dos componentes o más. 

Si en estas familias monoparentales, las mujeres son las únicas responsables, se incurre en un mayor riesgo de exclusión social.
A la circunstancia de riesgo de exclusión social que afecta a todas las mujeres, por el simple hecho de ser féminas, una madre soltera a cargo de sus hijos se puede ver abocada a situaciones de marginalidad y exclusión social agravada. Esta coyuntura conlleva una mayor dificultad para la estabilidad laboral, el acceso a una vivienda digna y la posibilidad de obtener recursos para satisfacer las necesidades que comporten un bienestar personal.

Tampoco se puede contar con un gran apoyo del Sector Público. La única ayuda estatal que reciben estas familias monomarentales, una vez agotado el subsidio del paro, es la Renta Mínima de Inserción que normalmente no es suficiente para evitar la situación de riesgo de exclusión social de este colectivo. 
Además,la recepción de estas ayudas es escasa, y tan solo llega al 10% de las familias que se encuentran en esta situación. Podemos comparar estos datos con otros países, como es el caso de Alemania o Irlanda, donde estas ayudas alcanzan un 90% de efectividad, es decir, 9 de cada 10 famílias monomarentales, reciben ayudas públicas suficientes.
En resumen, la situación de desigualdad permanente, también puede ser considerada como una forma más de violencia estructural socializada. Sobretodo teniendo en cuenta que la mujer sigue siendo más pobre que el hombre (7 de cada 10 personas pobres son mujeres, según datos de la ONU

Esta cifra nos tiene que hacer pensar sobre la exclusión social sistemática dirigida hacia el colectivo femenino, y que sin embargo, se encuentra socialmente aceptada. Debemos hacer una reflexión profunda sobre hacia donde queremos dirigirnos.

Como decía Olimpe de Gouges en la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadanía de 1791 : "La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos…por lo que debe existir un trato igualitario".

Ahora bien, después de más de 200 años, ¿Hemos conseguido este trato igualitario?